Hay días que me despierto tarde y días que me despierto temprano. El mañana, es un día para escribir noticias que involucra al redactor y al hecho contundente.
Vivo en Carabayllo, me fastidia saber que por las mañanas tenga que salir de casa en tanto frío, subir a un carro lleno de pasajeros mal humorados, sostener una discusión con el cobrador que me quiere cobrar de más y lo peor de todo es que tenga que esperar al agradable y acogedor carro por sólo media hora.
Hoy quizá llegue temprano o quizá no. Ese es mi dilema de todos los días, pues esto depende del tránsito y de la irresponsabilidad del chofer de manejar rápido para sobrepasar a otros autos para que de esta manera poder ganar pasajeros. Lo que me indigna es saber que el chofer le diga al cobrador "pásate cinco lucas para darle al policía éste que nos ha parado", y que al final el policía discretamente recibe el dinero metido entre los papeles del chofer.
Llegué por fin a la universidad, ahora sólo falta subir al sexto piso donde se encuentra mi salón. No subo por el ascensor por el motivo que aveces está mal de la garganta, no quiere subir y no quiere bajar. Muy agitada entro al aula, donde lo primero que hago es saludar y con una mirada rápida buscar asiento vacío para mí.
Ha pasado media hora desde que el profesor dictó la clase y se asoma por la ventanita de la puerta principal del aula, el asistente de Iberico. Ingresa tranquilamente al salón, hace el cableado para enchufar el amplificador y finalmente entregarle al profesor en sus manos, un micrófono porque está mal de la garganta... también, y "no puede" alzar el tono de su voz.
Ya se puede escuchar los rugidos de los estómagos de mis compañeros, que después de tanto rato de clase, la hora que todos esperamos tan ansiosos, es break. El profesor dando las pautas minutos antes para que al retornar, estemos preparados para la práctica.
!No puede ser! Hacer cola de nuevo, fue lo que dije a mis amigos cuando vi "La lonchera" repleta de gente. "La lonchera" es una combi sin asientos, donde dos jóvenes venden pan con pollo, hamburguesas, gaseosas, y lo que se te antoje lo encuentras ahí. Después de terminar mi delicioso filete, me dirigí a mi aulla para seguir con la clase.
Esta parte ya es muy diferente, ya que el profesor nos pide que nos juntemos todos los diarios, en mi caso es el Perú 21, para que avancemos el trabajo de la revista o para voltear juntos una noticia. Después que hacemos esto, la cosa no queda ahí, pues tenemos que escribirlo en un papelote, para luego un representante de cada periódico, salga al frente para sustentar lo escrito... con micrófono claro.
Medio día ya, se puede escuchar las voces, gritos, y correteos de los estudiantes de los salones vecinos. Apurados, todos en silencio para que el profesor hablo lo más rápido que pueda y al fin salir de la sala de torturas. Y así es como concluye el día con nuestro querido profe Luchito.
